jueves, 23 de mayo de 2013

Un sueño a las 2:40




Me despertó un sueño, y en este caso se trataba de un sueño dentro de otro sueño más grande y así este en otro y de seguro si continuo racionalizándolo encontraré este dentro de otro. Obviamente no se trata de una maniobra ocasionada por la lectura; por lo parecido con algo que poeta alguno haya dicho con anterioridad.

Para hacerlo más llevadero, hube de ponerme en pie y pretender abstraerme por un instante. Así que, no tuve más que aceptar la imperiosa necesidad de acercarme a la hoja en blanco y parlar con ella, para que me cuente como le va.

Estaba soñando entonces, con jardínes, árboles y aromas, o sea con otras épocas, otras edades en las cuáles uno hace otras cosas, que pueden resultar permisibles, porque bueno vos sabes que se vive cronológicamente según la lógica social pero lo mejor sería vivir acorde a tus gustos y preferencias. He allí lo difícil, pero como dicen los grandes iniciados, los obstáculos son el camino.

Así que, después de todos estos años me doy cuenta que la felicidad es para aquel que cree que tiene todo por delante. Total que el sueño que me despertó, encendió una llama como de un farol antiguo dentro del cuál estaba un muchacho, que lo único que ansiaba era conocerse más y más cada día; enfrentaba el pequeño problema que el camino que él había elegido seguir era un camino oscuro, empedrado, de esos que se caminan a medianoche de preferencia. Contaba nada más con ese antiguo farol y con lo que había adentro, pero su insistencia era tal, de adentrarse en la obscuridad, que todas las personas que pasaban a su alrededor le advertían que se detuviese, que no era por allí; que la luz no le alcanzaría y él en su obstinación, que no sabía que lo era hasta en ese momento, les refutaba que dónde habían visto que la obscuridad era un impedimento para salir a caminar.

Y así, resultó que los otros sueños se dispersaron por otros caminos, los cuáles había en abundancia. Y en este -me dijo el sueño más grande- quedate, seguilo, que bien sabes que es el mismo que caminamos hace tantos años.




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