sábado, 27 de abril de 2013

Celestino el cachero



Con mis lentes puestos para la faena, eran las nueve de la mañana. Me encontraba listo ya con mi herramienta para cortar las esquinas de espacios que tienen grama; siendo esto un desierto sólo mala hierba me cantaba. Tarea ardua me aguardaba como así y de la nada alguien me habla por la espalda. Yo absorto con mi tiempo suelto el gatillo y el mango. Me llamo Celestino -me dice, un hombre joven y regordete es cachero, recoge cachibaches a domicilio, cosas que la gente desestima con el tiempo. Lo observo y noto un pick up viejo estacionado junto a la acera de enfrente, dónde el señor meticuloso y organizado-.

Me preguntó si tengo algo viejo que quiera botar o que si quiero, que él se encarga de limpiar el zacate que de por si ya está pasado. Le digo que no, que este día lo corto, pero gracias. Pero dígame -le pregunto- cómo le va de ropavejero; me defiendo -me dice- trabajé como estibador en un puerto en Oregón, como no salia a ningún lado ahorre un buen dinero y me vine para acá, puse un negocio de jardinería; llegué a tener tres cuadrillas de jardineros con tres trucks. De allí vino lo de la economía, todo se fué. Como soy de los que apuesto en serio y con eso que hoy ni jardines hay me quedé sin nada. Tendrá por allí algo viejo que no ocupe? pues no creo -le respondí- no guardo cosas viejas, al tiempo que apreté el gatillo de la máquina que corta malas hierbas.



miércoles, 24 de abril de 2013

La amiga de María Eugenia



Hijo de Marta y Carlos Buendía quienes emigraron hacia los Estados Unidos a principios de los setentas, Roberto, hijo único quedó al cuidado de su abuelita Mirna. Cuando lo conocí, a finales de los setentas Roberto era mayor como 4 años, alguien con quien era fácil llevarse, espigado y para quien el baloncesto era uno de sus hobbies de todos los sábados en la mañana durante esos años.

Lo que sus padres les enviaban a él y la abuela les permitía vivir con cierta comodidad que resultaba evidente en comparación con lo que normalmente podía uno permitirse en esa época. Vivía en la Shangri-lah en unas casas de estilo antiguo que parecían haber sido construidas en los 40's ó 50's. En su casa su refrigeradora siempre estaba llena de comida. Sus padres en sus cartas le decían a la abuela que siempre mantuvieran suficiente comida, que ese era el símbolo de la abundancia. Querian que su hijo creciera con todas las comodidades que les fuera posible, le compraron un carro a temprana edad y podía permitirse ropa que parecía siempre como recién comprada.

Años más tarde me lo encontré en un bar que estaba al otro lado de la ciudad, lo acompañaba María Eugenia una publicista que circunstancialmente conoció en la Universidad y que había enviudado. Roberto a pesar que parecía haber aumentado un par de libritas se le veía más feliz que nunca, llevaba una chaqueta de 'members only' y estaba más locuaz que en otras ocasiones. Me dijo que estaba jugando al billar que ya no basketboleaba que estaba descanchado, dijo que de allí iba para la discoteca, yo le invité al mar porque quería ver el amanecer, que me detuve por un par de cervezas. Quedamos que lo acompañaría la semana entrante especialmente porque me propuso llevar a una amiga de María Eugenia de quien me dijo que esperara conocerla. Lo único que puedo decirte -me dijo- es que tiene una personalidad intrigante. Así entonces -le dije- veámonos el otro fín de semana.

El sábado siguiente al abrir el periódico me entero que el jueves a eso de las siete de la noche Roberto se detiene en una tienda que estaba frente a una Universidad, que ocupaba un edificio que antes había sido una dependencia del estado, a unos 50 metros del Hawaii Inn. Una bomba estalla en una caja telefónica, uno de los fragmentos hace impacto y se le incrusta en su garganta. María Eugenia se casó un par de veces más, a su amiga nunca la conocí.




jueves, 18 de abril de 2013

Un buen día de cine




Veo cine cada cierto tiempo, como que se me da por ciclos. Algunas veces son películas que tienen más de diez años de haber sido lanzadas. Particularmente este año he visto algunas muy rescatables, las cuáles o me han sido recomendadas o la diosa fortuna me las trajo.

Así que nada mejor que mencionarlas por si deseas verlas un buen día de cine:


1.-   El Pianista - Adrien Brody
2.-   Beautiful Girls - Timothy Hutton
3.-   Two of Us - Aidan Quinn
4.-   Son of the Bride - Ricardo Darín
5.-   Lost in Translation - Bill Murray
6.-   A Million Dollar Baby - Clint Eastwood
7.-   Under the Tuscan Sun - Diane Lane
8.-   A Dark Truth - Andy García
9.-   The Intouchables - François Cluzet
10.- To Rome with Love - Woody Allen
11.- Annie Hall - Woody Allen


Pero si tu interés es hacer un viaje con tu psique, las de Woody Allen son fabulosas.