miércoles, 20 de febrero de 2013

Natalie



Días ya que no veía a Paquito a quien hoy así llamaba y con quien compartía amistad desde hacía muchos años a pesar de la diferencia de edades. Siempre vestido con su mismo hábito y la barbita hoy blanca por el tiempo, le dijo que pasó a visitarlo para saber cómo iba, cómo estaba?
Esteban, por su parte, esbozaba una leve sonrisa, cómo quien de repente descubre el porqué de su permanente presencia ante el paso del tiempo. Le contestó que bien, sin dejar de demostrar lo agradeble de encontrarse con un viejo amigo con quién conversar de manera amena. Pasó a contarle que hoy se dedicaba a leer literatura; que resultaba, especialmente en esta época, algo más vehemente que el presente.
De improviso un fuerte viento se coló por la ventana, era algo especial en esta parte del año que les resultaba apacible el poder disfrutar del clima y del entorno.
Luego de ese leve instante en el cuál Esteban sintió estar en otro lugar, dirigió su mirada a Paquito preguntándole que que había hecho recientemente. Pues mira, tu me conoces, ya ves que huyo del bullicio y de los lugares sobrepoblados; siempre ayudo a los que se me acercan o quieren charlar conmigo, aunque sea por ratos. Desde que deje el magisterio no he querido saber nada de la enseñanza. lo que tenía que decir lo dije en su momento así que hoy es el tiempo de otros de hacer lo suyo. Lo que si hago es ver algo de cine. Cine selectivo por supuesto, voy al parque de vez en cuando y a lo sumo a la plaza central una vez al mes. Me gusta la plaza, siempre la encuentro clásica; aunque la última vez que fuí a alguien se le ocurrió poner una sorbetería en el medio, justo al lado donde se presentan los músicos pero así es este mundo en el cuál a algunos puedan mezclar distintas visiones de la perfección.
Ah que bien - dijo Esteban - y mirá Paco ya no cambiastes el Fiat que tenías. No ya no dijo Paquito mientras subía la ceja izquierda, ni pensarlo, conserva el mismo olor de fábrica, cómo cambiarlo! Pero dejame que te cuente ó que te pregunte, te acordás de la Natalie Wood? -aah, hay miradas que no se olvidan que se quedan en la retina de la memoria para siempre- pues hoy la vi por la mañana; bueno, no a ella ni en película pero a alguien que se parecía tanto, los mismos ojos, el mismo cabello. Paso a mi lado en el supermercado creo que la acompañaba su madre y lo más irreal, curioso o como quieras llamarle es que su nombre era Natalia. No te parece extraño? acaso no es una gran casualidad!
-Tal vez no sea una casualidad como dices pero a mi me da la impresión que pasas muy sólo y por eso se te da de inventarte gentes similares o que quisieras que todavía existieran pero en realidad no están por ninguna parte. -Sí, exactamente es esa la respuesta que esperaba de tí, siempre incrédulo y eso que empiezas a leer, que tal si no, al momento que ambos se reían de verse lo tan solemnes que se ponían, de tan sólo pensar en la inolvidable Natalie.