jueves, 23 de mayo de 2013

Un sueño a las 2:40




Me despertó un sueño, y en este caso se trataba de un sueño dentro de otro sueño más grande y así este en otro y de seguro si continuo racionalizándolo encontraré este dentro de otro. Obviamente no se trata de una maniobra ocasionada por la lectura; por lo parecido con algo que poeta alguno haya dicho con anterioridad.

Para hacerlo más llevadero, hube de ponerme en pie y pretender abstraerme por un instante. Así que, no tuve más que aceptar la imperiosa necesidad de acercarme a la hoja en blanco y parlar con ella, para que me cuente como le va.

Estaba soñando entonces, con jardínes, árboles y aromas, o sea con otras épocas, otras edades en las cuáles uno hace otras cosas, que pueden resultar permisibles, porque bueno vos sabes que se vive cronológicamente según la lógica social pero lo mejor sería vivir acorde a tus gustos y preferencias. He allí lo difícil, pero como dicen los grandes iniciados, los obstáculos son el camino.

Así que, después de todos estos años me doy cuenta que la felicidad es para aquel que cree que tiene todo por delante. Total que el sueño que me despertó, encendió una llama como de un farol antiguo dentro del cuál estaba un muchacho, que lo único que ansiaba era conocerse más y más cada día; enfrentaba el pequeño problema que el camino que él había elegido seguir era un camino oscuro, empedrado, de esos que se caminan a medianoche de preferencia. Contaba nada más con ese antiguo farol y con lo que había adentro, pero su insistencia era tal, de adentrarse en la obscuridad, que todas las personas que pasaban a su alrededor le advertían que se detuviese, que no era por allí; que la luz no le alcanzaría y él en su obstinación, que no sabía que lo era hasta en ese momento, les refutaba que dónde habían visto que la obscuridad era un impedimento para salir a caminar.

Y así, resultó que los otros sueños se dispersaron por otros caminos, los cuáles había en abundancia. Y en este -me dijo el sueño más grande- quedate, seguilo, que bien sabes que es el mismo que caminamos hace tantos años.




miércoles, 15 de mayo de 2013

La alegría de un par de zapatos


No sé tú ó ud., si se ha puesto alguna vez a pensar en la importancia de un par de buenos zapatos. Se dice que hay mujeres que son 'loca zapatos', a saber. Yo no me atrevería a aventurarme, ni mucho menos a aseverar y mucho más a generalizar que a todas las mujeres le gustan los zapatos. De hecho conozco a alguien para quien los zapatos no son un artículo al cuál le dedican más tiempo del necesario. Eso sí, si pasas a su lado podrás sentir aquel olor fresco a crema que emana su cuerpo; pero eso en realidad no es lo que deseo contarte, sino que ella me comentaba que su marido si es 'loco zapatos'. Cada mes se compra uno o dos pares nuevos.

El otro día me entretuve por cierto, en un artículo que hablaba sobre un pequeño taller de fabricación de calzado en Viena, Austria. Los fabrican con los más finos materiales que uno ni siquiera pueda imaginar. Primero te hacen un estudio detallado y su fabricación tarda aproximadamente 6 meses y su costo ronda los $6,000.00 dólares. Esta minicompañía produce a lo sumo 300 pares anuales lo cuál los convierte en algo así como los Bentley, carros hechos a mano también.

En un mundo como el actual llevar zapatos es lo más normal, lo extraño es andar descalzo. Los indios Taraumara pueden andar descalzos, también en algunas partes de Africa la gente no usa calzado; no necesitan o quizás no los conocen.

En el mundo occidental si se acostumbra a usar zapatos ó sandalias según el clima. Total, y es lo que quiero contarte, que un día de estos llevé a mis hijos a comprarles nuevos zapatos pues aparte que se lo merecen, los que tenían ya presentaban síntomas de desgaste, viejos, raídos, desteñídos, gastados más de un lado que de otro, en fín usados.

Por cuestión de idiosincracia aún no he vencido aquella vieja creencia que las cosas son eternas; todo tiene su período de caducidad en especial las prendas de vestir. Las bondades del trabajo me permitió comprarles a mis hijos no uno, sino dos pares de zapatos. Ellos felices con sus nuevos shoes y yo cada vez más conciente que aquel viejo cuento de que 'para vos no hay' no existe.



 
 
 
 
 
 

jueves, 9 de mayo de 2013

La lectura como pasión

 


"Es innegable que el acceso a la lectura constituye el ingreso al mundo de la cultura (sea la popular o la erudita). Leer no sólo culturiza, también hace ganar autonomía y crea horizontes nuevos a investigar."


Debería alguién escribir más acerca de la lectura, es decir, del hábito de leer; del desarrollo de esa pasión que se encuentra en la palabra escrita.

He tenido ocasión de conocer lectores ávidos, casi despiadados e incansables por encontrar, degustar y asimilar nuevos conocimientos. Los hay, que se lo leen todo, hay los que leen lo que caiga y también los hay con un sentido más fino más depurado. Son como los buenos amantes de la música, como los que prefieren el rock inglés que el de otras latitudes ó quien prefiere a Mozart por citar un par de géneros.

Es quizás de importancia advertir, que leer puede volverse una ocupación obsesiva, como es el caso; más sus beneficios son invaluables, es algo que tan sólo es cuantificable para quien lo vive, para quien lo desarrolla como algo imprescindible. Ahh y toma tiempo, mucho tiempo de tu tiempo, pero cuando has comprendido que en tu vida no hay espacio para ir al golf, a fiestas ó de picnic. llegastes al lugar adecuado.

También es rescatable aclarar qué, como todo buen hábito, lleva tiempo el adquirirlo, el echarlo a andar. Máxime si no hay una 'cultura' de la lectura, si no ha sido formado uno para cruzar barreras mentales, si no es uno de esas personas que fácil se distraen, ó que con cierta dosis de ingenuidad caemos en el viejo juego de 'y dónde está la bolita'.

Ahora bien, esto no se trata de un ensayo sobre lectura ni cosa que se parezca. Es tan solo remarcar el hecho que uno pasa distintas etapas en cuanto a leer se refiere; sino, que el arte está en saber leer. De allí que inventaron la fórmula de las cuatro I para lectores que son: Inferir, indagar, investigar e interpretar.

Ya para terminar, si acaso para agregar, existen las lecturas por vocación y existe Literatura. Cuando llegás allí, sólo entonces, sabés que llegaste a dónde muchos llegaron antes que tú.


Imagen: Hermann Hesse en sus lecturas.