miércoles, 24 de abril de 2013

La amiga de María Eugenia



Hijo de Marta y Carlos Buendía quienes emigraron hacia los Estados Unidos a principios de los setentas, Roberto, hijo único quedó al cuidado de su abuelita Mirna. Cuando lo conocí, a finales de los setentas Roberto era mayor como 4 años, alguien con quien era fácil llevarse, espigado y para quien el baloncesto era uno de sus hobbies de todos los sábados en la mañana durante esos años.

Lo que sus padres les enviaban a él y la abuela les permitía vivir con cierta comodidad que resultaba evidente en comparación con lo que normalmente podía uno permitirse en esa época. Vivía en la Shangri-lah en unas casas de estilo antiguo que parecían haber sido construidas en los 40's ó 50's. En su casa su refrigeradora siempre estaba llena de comida. Sus padres en sus cartas le decían a la abuela que siempre mantuvieran suficiente comida, que ese era el símbolo de la abundancia. Querian que su hijo creciera con todas las comodidades que les fuera posible, le compraron un carro a temprana edad y podía permitirse ropa que parecía siempre como recién comprada.

Años más tarde me lo encontré en un bar que estaba al otro lado de la ciudad, lo acompañaba María Eugenia una publicista que circunstancialmente conoció en la Universidad y que había enviudado. Roberto a pesar que parecía haber aumentado un par de libritas se le veía más feliz que nunca, llevaba una chaqueta de 'members only' y estaba más locuaz que en otras ocasiones. Me dijo que estaba jugando al billar que ya no basketboleaba que estaba descanchado, dijo que de allí iba para la discoteca, yo le invité al mar porque quería ver el amanecer, que me detuve por un par de cervezas. Quedamos que lo acompañaría la semana entrante especialmente porque me propuso llevar a una amiga de María Eugenia de quien me dijo que esperara conocerla. Lo único que puedo decirte -me dijo- es que tiene una personalidad intrigante. Así entonces -le dije- veámonos el otro fín de semana.

El sábado siguiente al abrir el periódico me entero que el jueves a eso de las siete de la noche Roberto se detiene en una tienda que estaba frente a una Universidad, que ocupaba un edificio que antes había sido una dependencia del estado, a unos 50 metros del Hawaii Inn. Una bomba estalla en una caja telefónica, uno de los fragmentos hace impacto y se le incrusta en su garganta. María Eugenia se casó un par de veces más, a su amiga nunca la conocí.




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