Y se encontró de repente con un lápiz entre las manos. Cosa rara en estos días de gente ocupada al tiempo que muchos disfrutan de bellos atardeceres. Yo por mi parte dividido entre el exceso de tiempo a disposición y sin mucho que decir o mucho que contar me puse a su disposición para que me contara su día; que otra cosa podría yo hacer si en realidad me sentía como él; con algo en mis manos y sin encontrar que hacer más allá de lo convencional que en verdad es mucho.
Así que adelante, cuéntame que has hecho, le dije. Y ya empozó a contarme que ayer y las dos últimas noches no había conciliado el sueño; observó el cuadro que está en la esquina mientras me decía -mira, aquí te quedaría muy bien una lámpara que le de luz al cuadrito- siempre andaba de esa manera dando opiniones de decoración según él, a veces resultaban atinadas pero a veces parecía como que vivía en otro mundo, un mundo al cuál él había cerrado el acceso, cómo si preferiría vivir de esa manera que sólo él entendía y que por cierto sentía que así es cómo lo había pensado con anterioridad.
Parecía ser de aquellas personas que olvidaban cosas con facilidad, cambiaba de tema de forma repentina lo cuál quizás, era lo que más me agradaba de él; en sí me gustaba esa aire de excentricidad algo que yo no soy me decía yo en mis adentros. Nunca sabías que andaba entre manos.
Pero entonces dime, cómo has pasado hoy. Pues la verdad -respondió, al momento que se dirigia a la cocina- no sé, estoy pensando en que debería hacer más vida al aire libre, pienso comprarme una lancha e ir al lago todos los fines de semana. Umm -interrumpí yo, pensando en mis intereses- y por qué mejor no te compras una tienda de campaña y te internas en las montañas, esta parte del año es de lo mejor para estar en contacto con los astros.
Mira ! me dijo casi de repente, me tengo que ir, vengo a verte un día de estos, me interesa el tema, ese de los astros, montañas, barcos o lo que se te ocurra.
Muy bien Roberto, cuidate, nos vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario