jueves, 4 de julio de 2013

Take Five




Heme aquí con un jazz clásico, Take Five de Brubaker y es que no es para menos. Give Me Five me digo a mi mismo; quizás padezca de temor escénico, de un desorden de atención focal, concentración dispersa en el manejo de las emociones, es decir, el cuadro clínico de un ser que vive y disfruta sus pasiones; su cardio. De todo esto me acuso.

Un amigo solía decir, 'cuando escuchas a tus hijos hablar en inglés es como music to my ears'. Lo mismo me sucede cuando ocasionalmente le permit a mi corazón y mente la oportunidad de trabajar en conjunto, en perseguir un fin determinado.

Y es que en realidad y dicho sea de paso, soy un admirador de los espacios interiors. Porque para mi significan una comunicación, cuentan obviamente una historia personal, más que mil palabras.

Total que darle vida y orden a un lugar lleva tiempo, mucha energía y por qué no decirlo exige una cierta dosis de inteligencia, desapego; hasta conseguir que un espacio presente un sentido estético. Sentido que tenga para uno, porque con eso del buen gusto hay mucha tela que cortar. Lo que para uno es lo máximo para otros no tiene ni el más mínimo significado.

De tal manera, que uno de mis espacios ya habla un lenguaje que yo entiendo, con el cuál puedo relacionarme. Y hoy me entrego al escritorio cuyo cuadro clinico presenta el aspecto de un taller mecánico automotriz barato. No sé si alguna vez has visto alguno por allí en el cual hay herramientas por allí, repuestos que nadie sabe para cual de los carros son, grasa y aceite por todos lados, trapos y mucho trabajo pendiente... bueno, lo más seguro es que se me pasó la mano. Este nada más tiene, libros, cuadernos, un ejemplar del NY Times, unos cuadros, clavos, papeles, etc, etc, etc.

Pero si alguna vez has visto un taller de carro fino ya sabes como lo quiero. Porque la excelencia paga y paga bien.






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